¡Es maravilloso, Señor!
Mis brazos perfectos,
cuando hay tantos mutilados.
Mis ojos perfectos,
cuando hay tantos que no tienen luz.
Mi voz canta,
cuando otras enmudecen.
Mis manos trabajan,
cuando tantas mendigan.
¡Es maravilloso, Señor!
Volver a casa,
cuando hay tantos que no tienen a donde ir.
Es bueno sonreir, amar, soñar, vivir,
cuando hay tantos que lloran,
odian y mueren sin vivir.
¡Es maravilloso, Señor!
Tener un Dios en quien creer,
cuando hay tantos que no tienen
el lenitivo de una creencia.
Finalmente,
¡ES MARAVILLOSO, SEÑOR!
Tener tan poco que pedir
y
tanto que agradecer.
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