PASAJERO IDEAL
Sube a mi barca, Maestro; te quiero de pasajero.
No soltaré las amarras mientras tú no estés adentro.
Porque te quiero a bordo cuando en el mar pique el viento.
Tú traes cansancio de siglos, fatigas de amor eterno.
Duerme tranquilo, Maestro, que yo te cuido el sueño.
Basta que estés en mi barco para no temerle al viento.
Hemos navegado juntos, yo, timonel, tú, viajero,
y mi barco no se hundió porque tú estabas adentro.
y mi barco no se hundió porque tú estabas adentro.
Cuando las olas subieron arropando mi velero
tú interrumpiste tu siesta y ordenaste calma al viento
y el mar se quedó tranquilo como en reconocimiento
de que en mi barco viajaba el Señor del universo.
Por eso, Señor, ahora no faltas en mi velero,
porque yo manejo el barco, pero tú ordenas al viento.
Y no temo tempestades aunque te encuentres durmiendo.
Basta que estés en mi barco, Cristo, Señor y Maestro.
Ennio Gaud
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